Ana De la Luz 
El Mundo de Córdoba
La demora en la entrega de un resultado de mastografía pudo costarle la vida a Claudia Altamira Calatayud, pero su percepción ante un riesgo inminente, le llevó a descubrir por su cuenta, una realidad que, le cambió la vida por completo y, en el marco del mes rosa, hoy comparte su testimonio a Diario El Mundo. 
A tres años de ser diagnosticada con cáncer de mama, la mujer quien hoy cuenta con 56 años, sin hijos, de estado civil, casada y trabajadora del Centro de Salud de Córdoba, recordó que, en octubre de 2020 aprovechó una jornada de mastografías, en el parque de Fortín en plena pandemia, pero los resultados, se los dieron casi un año después.
“Antes de que, me llegaran los resultados, en octubre de 2021, mientras me bañaba, detecté una bolita del tamaño de una bala, de forma irregular, con la dureza de un hueso de chabacano, en el seno izquierdo, lo que, me puso en alerta y decidí acudir a la medicina privada para hacerme otra mastografía que, confimó mi temor”, expresó. 
Contó que, fue canalizada a la Fundación de Cáncer de Mama (FUCAM), en la CDMX, donde le indicaron el diagnóstico el 9 de noviembre; a pesar de que, se trata de un lugar de ayuda a pacientes oncológicas, en ese momento le indicaron que, requería un tratamiento de 650 mil pesos.
“La verdad les dije que, no contaba con ese recurso y, como trabajadora de la Secretaría de Salud, decidí buscar el acceso a la seguridad social en el ISSSTE y tomando como ejemplo que, otras compañeras ya se encontraban en tratamento en el ISSSTE de Alta Espedcialidad de Veracruz, ingresé a esa institución”, precisó.
Inicia el tratamiento
Entre radioterapias, quimioterapias hasta la mastectomía radical total de seno izquierdo, fueron parte del proceso que, tuvo que enfrentar Claudia, venciendo sus temores y aferrándose a su fe, así como a la ayuda terapéutica que, le permitieron seguir adelante, a pesar de la peligrosidad del cáncer.
“Todo mundo se entristeció, pero como soy una persona positiva; me dije le voy a ganar la batalla y no le voy a dejar vencer. Mi terapeuta Vania Juárez que, consulta en Orizaba fue de gran ayuda porque, yo me sentía devastada, es una lucha interna; vas sola, uno debe trabajar la situación mental, la familia lo sufre, pero no siempre apoyan pues se sienten impotentes”, dijo.
Sobreviviendo
Para Claudia, recibir las ocho quimioterapias (cuatro rojas y cuatro blancas) fue como una inyección de un veneno en la sangre, con una serie de secuelas desgastantes para su cuerpo y mente, pues mirarse sin cabello, también fue un impacto emocional adverso. 
“Me salían erupciones en la piel y me sangraba, sentía un calor intenso; a los quince días de la primer quimioterapia, se me cayó todo el cabello, antes había ido con mi estilista para que me lo rapara y sentir menos feo, pero justo en el tiempo indicado por el doctor, al bañarme el cabello se cayó al caerle el agua, fue impactante. Más que perder el seno, me dolió más perder el cabello”, dijo. 
La mujer recordó que, otros estragos de las quimios es que, sentía mucha resequedad, una fuerte deshidratación, mucha comezón, pero su fuerza de voluntad le indicó seguir procurándose, aunque muchas veces, pensó en tirar la toalla.
La fe mueve montañas
A pesar del panorama adverso, Claudia decidió enfocarse en poner su energía en pensamientos positivos, aprovechando que, le gusta la actividad física y estar convaleciente, era angustiante, más por ser época de pandemia,. 
“Caminaba alrededor de la casa, me cubría la cabeza y pensaba que, la vida sigue y si me daba una oporunidad la iba a aprovechar”, recordó la mujer sobreviviente de cáncer de mama. 
Claudia se reconoce como católica y siempre ha admirado, el estado de Oaxaca, pero comentó que, no tenía la oportunidad de conocer a la Virgen de Juquila, entonces le hizo, una novena a su santa patrona, la cual, asegura que, nunca la dejó sola., abriendo las puertas hacia su sanación.
“Le pedí que, me ayudara porque no tengo dinero para tomar mis quimios lo antes posible. Estuve con el médico particular donde me comentó que, requería un fármaco necesario pero no lo tenía, y lo consiguió para la primera quimio, justo el 8 de diciembre, en el Día de la Virgen de Juquila, me atendió”, dijo. 
En muestra de gratitud, Claudia ha viajado dos veces al estado oaxaqueño, la primera vez en abril, antes de la cirugía
¡Prueba superada!
La mujer y trabajadora del sector salud, compartió que, fue el pasado dos de abril, cuando el médico le notificó que, ya estaba libre de cáncer. Sin embargo, comentó que, por ahora se encuentra en vigilancia, tras más de dos años de tratamiento y, este mes de octubre, nuevamente será sometida a estudios laboratoriales, ultrasonido, mastografía, etcétera.
“Confío en que, podré salir bien y por eso les digo que, no pierdan la fe. Mi virgencita y mi Dios me ayudaron. El cancer de mama en vez de verlo como una catástrofe me vno a dar una nueva calidad de vida. Ahora vivo mi minuto intensamente y hago lo que quiero y decido mi vida que, disfruto al mil. Las cosas materiales van y vienen, si las pierdo, no me intereso”, dijo.
Consejo
En el caso de Claudia, aseguró que, nunca tuvo un pensamiento suicida, ni cree tenerlo, a pesar de que, el tratamiento de quimioterapias, le dejó serias secuelas como el hecho de quedar sensible, con dolor de brazo, dolor corporal, sensibilidad estomacal, lo que, la obliga a ser cuidadosa en su alimentación.
“Me he topado con mucha gente que, se dan por vencidas, me escuchan hablar y siento gusto que, cambian su perspectiva. El cáncer me vino a enseñar a cuidar mi cuerpo, mi templo, aunque estemos rodeadas de familia y amigos, es una lucha de uno contra el cáncer”, puntualizó. 
Claudia compartió que, desafortunadamente, la mayor tendencia de pacientes y defunciones por cáncer de mama, se centra en la población de entre 40 y 60 años. Además, reveló que, tiene unas diez compañeras de trabajo quienes, enfrentan valientemente, el padecimiento.
Así lo dijo:
“A las mujeres les hago hincapié que, siempre se revisen, se palpen, así sea un chicharito no importa el tamaño, piensen positivo”: Claudia Altamira Calatayud, sobreviviente de cáncer de mama.
 
    