Alex Villanueva
El Mundo de Córdoba
El 10 de Mayo en México es una fecha para festejar, para acortar distancias y pasar unas horas al lado de quien nos brindó el regalo invaluable que es la vida, pero no en todos los hogares causa esa emotividad, en algunos solo recrudece más el sufrimiento que muchas madres arrastran todos lo días, una “minoría” que lamentablemente va subiendo sus números: las desapariciones.
Luisa Ronzón Montiel es una de ellas. Para ella la fecha se convirtió en un martirio desde hace cuatro años y cuatro meses, tiempo en el que cada festejo parece ser cada vez más indeseable.
Luisa confiesa que el 10 de Mayo dejó de ser un día de fiesta, para ella se convirtió en una fecha de lucha, de búsqueda y una prueba más de temple y fuerza de voluntad acompañada de esperanza.
En México existen alrededor de 234 colectivos, conformados por padres, hermanos, madres y hasta quienes solo eran amigos de las víctimas, sin embargo, no se dan a basto ante las más de 2,700 fosas clandestinas que puede haber en el país.
Se dice que el amor de una madre no conoce límites, pues es un instinto que puede provocar desde la más fina ternura, hasta la más incontrolable fuerza para defender a quien durante meses creció y tomó vida en su interior.
Esa fuerza es lo que empuja a Luisa a buscar a su hijo, cuyo paradero aún es desconocido a pesar de los avances en las investigaciones. Es ese instinto que le quita el sueño y le hace buscarle, pues para ella aún necesita de su protección, así como cuando le enseñó a dar sus primeros pasos, su primer día en la escuela y desde sus primeras salidas a la calle, hasta la última, cuando ya no regresó.