
Ray García G.
Diario El Mundo
En medio de los desafíos actuales y en el marco de la Semana Santa, todos los sacerdotes de la Diócesis de Orizaba renovaron este día sus votos sacerdotales durante la solemne Misa Crismal, presidida por el obispo Eduardo Cervantes Merino. Esta ceremonia, realizada tradicionalmente antes del Triduo Pascual, se convierte en un momento de profunda reflexión y compromiso para los pastores de la Iglesia.
La Misa Crismal es una de las celebraciones litúrgicas más significativas del año para la Iglesia Católica, pues en ella se bendicen los óleos que serán utilizados en los sacramentos a lo largo del año: el óleo de los catecúmenos, el de los enfermos y el santo crisma.
Pero también representa un momento clave para que el clero reafirme su vocación y su entrega al servicio de la comunidad.
“Esta ceremonia nos anima a decir una vez más: aquí estamos, con toda nuestra fragilidad, nuestras fallas como seres humanos, pero siempre con la disposición de responder al llamado que el Señor nos hace”, expresó el obispo Cervantes Merino previo a la celebración.
“Significa emprender con un corazón nuevo, en torno a Cristo resucitado, con el deseo de ser colaboradores de Él. Nosotros solo somos instrumentos, somos siervos”.
A la celebración asistieron todos los sacerdotes activos de la diócesis, así como algunos presbíteros invitados de otras diócesis y congregaciones religiosas. Aunque no se precisó el número exacto de participantes, la presencia fue significativa, reflejo de la unidad pastoral que vive la Iglesia local.
El obispo también hizo referencia a las realidades humanas que viven los sacerdotes, como la enfermedad y el retiro, sin dejar de ser parte activa de la diócesis. “Tenemos necesidades humanas y espirituales como cualquier persona: el cuidado de la salud, enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión. Pero gracias a Dios, contamos con un sistema de salud que exige también responsabilidad personal”, explicó el obispo.
Cervantes Merino destacó que uno de los principales retos actuales para los pastores es vivir en comunión, salir al encuentro de los más necesitados y anunciar el Evangelio en un contexto cambiante. “No creo que la sociedad sea más complicada, sino que estamos en una nueva etapa de la historia que requiere adaptación y sensibilidad.
El desafío más grande es caminar en unidad, reconocer la dignidad de cada persona y estar atentos a las nuevas formas de evangelizar”.
Con esta renovación de votos, los sacerdotes de la Diócesis de Orizaba reafirman su compromiso de ser servidores fieles, cercanos a la comunidad, y portadores de esperanza en tiempos de cambio.