 
 
Miami, –En un encuentro secreto que parece sacado de una novela de espionaje, un agente estadounidense propuso al piloto personal de Nicolás Maduro una oferta millonaria: desviar el avión presidencial a un país aliado y entregarlo a las autoridades de Washington.
A cambio, prometió riquezas que cambiarían su vida.
El plan, que nunca se concretó, comenzó el 24 de abril de 2024 en la embajada de Estados Unidos en Santo Domingo, República Dominicana. Un informante llegó con información clave: los dos aviones oficiales de Maduro estaban en ese país para reparaciones costosas, lo que violaba sanciones estadounidenses al usar piezas prohibidas. El agente Edwin López, un veterano puertorriqueño de operaciones especiales con experiencia en desmantelar redes de narcotráfico y lavado de dinero, vio la oportunidad.
Con permiso de las autoridades dominicanas, López interrogó al piloto en un hangar. La conversación fue tensa: el aviador no se comprometió, pero dejó su número de teléfono, una señal de posible interés. Durante el año siguiente, incluso después de jubilarse, López mantuvo contacto a través de una aplicación de mensajería cifrada.
En agosto, le envió un enlace oficial: el Departamento de Justicia había duplicado la recompensa por Maduro a 50 millones de dólares por cargos de narcoterrorismo.
“Sigo pendiente a su respuesta”, escribió López al piloto en agosto, y adjuntó un enlace a un comunicado de prensa emitido por el Departamento de Justicia que anunciaba que la recompensa había aumentado a 50 millones de dólares.
El piloto nunca aceptó. El plan fracasó, pero revela la intensidad con la que Estados Unidos ha buscado derrocar a Maduro desde su imputación en 2020. Bajo la administración Trump, que retomó el poder, las acciones se han vuelto más agresivas: este verano, tropas, helicópteros y buques de guerra atacaron seis embarcaciones sospechosas de contrabando en el Caribe, dejando al menos 28 muertos.
Recientemente, Trump autorizó operaciones encubiertas de la CIA dentro de Venezuela.
Con información de AP
