De la Redacción
Acatlán de Pérez Figueroa, Oaxaca.- La tarde del miércoles 1 de octubre se convirtió en un clamor colectivo en Acatlán de Pérez, Oaxaca.
Decenas de personas se reunieron para despedir a Paty Oporto Morales, una joven de 28 años con capacidades diferentes cuya vida fue brutalmente interrumpida. Su cuerpo en estado de descomposición, encontrado entre matorrales un día antes, fue llevado en un modesto ataúd desde la capilla de San José Obrero hasta el Panteón Municipal, acompañado de gritos desgarradores y exigencias de justicia que resonaban en las calles empedradas del pueblo.
El dolor y la rabia se entrelazaban en el aire mientras familiares, amigos y vecinos caminaban detrás del féretro. "No queremos que este caso quede impune", repetían voces cargadas de desesperación.
La multitud clamaba por respuestas, por justicia para una joven cuya vida había sido marcada por la lucha diaria. Paty salía a las calles a vender productos del campo (calabazas, tamales, plátanos, tepejilotes y aguacates) no solo para subsistir, sino para ayudar a su abuelita.
Su sonrisa y su disposición a conversar con quienes compraban sus productos la habían convertido en un rostro familiar y querido en la cabecera municipal.
La noticia de su asesinato generó una ola de indignación que se extendió más allá de los límites del pueblo. En redes sociales, el hashtag #JusticiaParaPaty se viralizó rápidamente, mientras desconocidos y vecinos organizaban rifas y recolectas para ayudar con los gastos funerarios.
"Solo queda su recuerdo y la exigencia de justicia", se escuchaba entre sollozos.
Este feminicidio es uno más de los 269 registrados en Oaxaca desde 2022, según el Observatorio de Feminicidios del Grupo de Estudios para la Mujer "GES Mujer, Rosario Castellanos".
Cada cifra es un nombre, una vida truncada por la violencia, una familia que llora.
En Acatlán de Pérez, los habitantes no solo despidieron a Paty, también exigen respuestas y acciones concretas de las autoridades.