Por Adoración Castelán y Jesús Lazcano
Diario El Mundo
El Teatro Pedro Díaz, en el vibrante corazón de Córdoba, Veracruz, se convirtió anoche en un portal hacia lo más profundo del alma humana.
Como parte del Festival Emilio Carballido, la compañía regiomontana PROTEAC presentó Escrito en el cuerpo de la noche, una obra maestra del dramaturgo Emilio Carballido, dirigida con sensibilidad y precisión por el maestro Luis Martín. La penúltima noche del festival reunió a un público ansioso por desentrañar los misterios de esta pieza cargada de simbolismo y emociones crudas.
La trama nos introduce en un hogar modesto donde Gaviota, una madre de temple firme, comparte su vida con su madre, Dolores, y su hijo Nicolás, un joven cuya pasión por el cine ilumina sus días. En este escenario irrumpe Adela H, una desconocida que, bajo la fachada de una estudiante de música, busca un refugio temporal. Pero Adela no es quien dice ser: su verdadero nombre es Isabel, una figura errante envuelta en un velo de secretos. Su generosidad al regalar objetos de valor a la familia despierta tanto gratitud como recelo, desatando una espiral de tensiones que sacude la dinámica hogareña.
Conforme la verdad se desvela, la sombra de la ley cae sobre Isabel, acusada de robo. Dolores, con la sabiduría de quien ha enfrentado tormentas, se interpone para protegerla, pero la desconfianza termina por imponerse, y la joven es expulsada. Este quiebre marca un punto de inflexión para Nicolás, quien, inspirado por la intensidad de los eventos, decide partir hacia Nicaragua junto a su padre para perseguir su sueño de ser cineasta. En este tejido de decisiones y despedidas, Carballido explora la soledad como un eco constante, la angustia de las máscaras que cargamos y la incansable búsqueda de nuestra propia identidad.
Los personajes, complejos y profundamente humanos, son el alma de la obra. Gaviota, interpretada por Marilú Martínez, destila fuerza y vulnerabilidad; Dolores, encarnada por Silvia Pérez, es un pilar de compasión y firmeza; Amy Leal da vida al enigma dual de Adela H e Isabel con una intensidad magnética; y Arturo Gaona, como Nicolás, captura la chispa de la juventud que anhela trascender. La dirección de Luis Martín, representada en el escenario por el talentoso Paco de Luna, dota a la puesta de un ritmo que equilibra lo poético con lo visceral. No es de sorprender que esta historia, estrenada en 1993, haya inspirado una adaptación fílmica bajo la batuta de Jaime Humberto Hermosillo, llevando su resonancia más allá de las tablas.
El telón cayó, pero la conexión con el público no. Los actores, con una calidez que trasciende el escenario, se reunieron con los espectadores a las puertas del teatro, agradeciendo el fervor cordobés por el arte teatral. Este encuentro, lleno de sonrisas y palabras compartidas, fue un recordatorio del poder del teatro para unir corazones.
El Festival Emilio Carballido llega hoy a su gran clausura con Rosa de dos aromas, una producción traída desde Roma, Italia, que promete cerrar el ciclo con la misma pasión. La cita es a las 18:00 horas en el Teatro Pedro Díaz.