DE PÁGINAS LAPISLÁZULI
HÉCTOR E. ORTEGA CASTILLO
No hay nada mejor que disfrutar una tarde fría saboreando un café –o un chocolate– y acompañándolo con la lectura de una excelente novela corta. Christian Jacq, el autor, me ha brindado ésta oportunidad y por ello en ésta ocasión lo comparto con ustedes, apreciables lectores.
Jacq es un egiptólogo francés también miembro de la Francmasonería que ha escrito más de 50 novelas y ensayos desde 1974, la mayoría de las cuales tratan acerca del Antiguo y legendario Egipto. Mas en ésta ocasión, me he deleitado en este inicio de año (y de década) con “El monje y el Venerable” (2004), quizás una de las obras más conocidas de este escritor y que merece toda la pena leerse.
Ubicada en 1944, fase final de la Segunda Guerra Mundial europea, narra la captura por los nazis –mostrados tradicionalmente como afanosos y voraces buscadores de tesoros enigmáticos y temas inexplicables– de dos personajes que no podían ser más diferentes entre sí y, sin embargo, a su vez encuentran rasgos de igualdad en medio de todo ese horror que supuso la guerra: François Branier, médico y Venerable Maestro de una logia masónica (última en su clase), y Fray Benoît, monje benedictino y sanador experto en radiestesia. Ambos comparten algo más que un encierro forzoso: comparten a la vez la fuerza de sus respectivas creencias y la porfía por demostrarse el uno al otro, que la suya es la mejor opción para servir a la humanidad y para acceder dignamente a los brazos del Creador, llámese este Dios Padre o Gran Arquitecto del Universo. Una apuesta que se cumple al final, acerca de hacer con sus propias manos una capilla o una logia masónica, sirve de paliativo necesario en el recorrido de las 150 páginas que, huelga mencionar, pásanse volando con prontitud y deleite.
Otros personajes completan el cuadro interesante de esta novela: presos también cohabitan otros tres maestros masones, dos compañeros y un aprendiz que auxilian a su Venerable Maestro en el derrotero de fortalecer una logia masónica (llamada “Conocimiento”) que se niega a morir. Además se encuentran el Comandante del castillo austriaco habilitado como prisión; Helmut, su asistente; Klaus, el maligno jefe de las SS y una enigmática chica que aparece como la única presencia femenina y, por tanto, un fresco bálsamo en medio de toda esta angustiosa y deprimente barbarie que se relata.
“El Monje y el Venerable” es, ante todo, un testimonio moderno de la tolerancia, un himno a la resistencia del espíritu humano y un recordatorio de que, pese a nuestras diferencias de dogmas y de filosofías, los seres humanos somos capaces de hallar lazos de unión y poder confraternizar unos con otros.
Y en estos tiempos en que por todas partes nos entrampan para dividirnos y confrontarnos los unos contra los otros, pensar, creer, sentir que si un religioso benedictino y un maestro masón pueden ser amigos, ¿por qué nosotros no?
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